¿Por Qué el Solitario es Tan Popular?

By Neal Taparia - 9/24/2024

¿Por Qué el Solitario es Tan Popular?

Quizás muchos crean que el hecho de poder jugar Solitario gratis es una de las razones que explica la enorme popularidad de este juego. Este motivo podría aclarar el porqué de su éxito, pero solo de forma parcial, ya que existen más causas que dan cuenta de ello.

Casi un siglo pasaría desde el nacimiento del Solitario para que este juego pudiera estar disponible en un ordenador. Sucedió en 1990, año en el que Microsoft lanza una versión del Solitario Klondike incorporada en la versión 3.0 de Windows. Esta iniciativa popularizó el juego a un ritmo asombroso, en parte como consecuencia del auge de los PC en esa época.

Hacia 2015, Microsoft ya organizaba campeonatos mundiales de Solitario. En 2022, se calculaban cerca de veinticinco millones de jugadores por mes y alrededor de 100 millones de partidas por día del Solitario de Windows. El nivel de popularidad del Solitario en Estados Unidos es tan grande que el veintidós de mayo es conocido en este país como el Día Nacional del Solitario.

Accesibilidad

Más allá de su incorporación a la PC, ¿por qué el Solitario se hizo tan popular? Para empezar, es un juego muy accesible. Para jugar Solitario necesitamos muy pocos elementos. Si jugamos con cartas físicas, solo debemos disponer de una baraja de naipes y una mesa o cualquier superficie plana sobre la que podamos poner las cartas.

Si decidimos jugar en línea, nos basta un ordenador con conexión a internet. También hay aplicaciones para jugar Solitario que ya vienen incorporadas en ‘softwares’ como Windows, por lo cual, únicamente necesitamos de un ordenador.

Cuanto menos recursos se requieran en un juego, mucho más probable es que se popularice, pues lo hace accesible a la mayoría de personas.

Facilidad

Aunque existen diversas variantes del Solitario, todas ellas se caracterizan por poseer reglas fácilmente comprensibles y un desarrollo intuitivo. La versión Klondike, la más conocida de todas y a la que nos referimos principalmente aquí, podría resumirse del siguiente modo:

  1. Distribuir las cartas en dos de las tres subdivisiones en las que se desarrolla el juego: tablero y mazo de reserva.
  2. Construir en el tablero siete columnas en forma de cascada. La más corta se situará en el extremo izquierdo del tablero y se compondrá de una sola carta, que deberá ponerse boca arriba. A partir de esta columna, cada una de las siguientes tendrá una carta más que la anterior, colocándose boca arriba el último naipe de cada columna.
  3. Apilar boca abajo las cartas sobrantes, formando así el mazo de reserva, que se pondrá arriba del tablero, en el margen izquierdo.
  4. Si las cartas puestas boca arriba son Ases, debemos ponerlas en las fundaciones, la otra subdivisión del juego, integrada por cuatro celdas situadas una al lado de la otra y ubicadas arriba del tablero, en el márgen derecho. Cada celda recibirá únicamente un As. Sobre cada uno de estos Ases se apilarán las cartas del mismo palo del As, en orden creciente y consecutivo. Por ejemplo, sobre un As de Picas, solo pondremos un dos del mismo palo; sobre este, un tres, y así sucesivamente hasta llegar a la K de ese palo.
  5. De no haber ses en el tablero, moveremos de una columna a otra las cartas descubiertas, poniendo la que deseamos mover debajo de la que otra columna tenga bocarriba. Para ello, deben cumplirse dos condiciones: la primera es que la carta de la columna de llegada debe ser de un número mayor al naipe de la columna de salida. De este modo, podemos mover un cinco si en otra columna hay un seis debajo del cual ponerlo.
  6. La segunda es que el color de palo de cada carta sea diferente al de la otra. Volviendo al mismo ejemplo, si el cinco que queremos mover es de Diamantes, sólo sería válido ponerlo debajo de un seis de Tréboles/Picas.
  7. Girar la última carta de una columna que ha quedado con todos los naipes boca abajo tras haber movido a otra columna la que tenía bocarriba. Si la carta obtenida satisface con otra las condiciones del punto cinco, procedemos de la forma ahí descrita.
  8. Si no hay posibilidad de mover cartas de una columna a otra, sacar una carta del mazo de reserva hasta encontrar alguna que se pueda poner en el tablero bajo las condiciones del punto cinco. Solo podemos sacar una carta tras otra del mazo de reserva; no es válido sacar más de un naipe al mismo tiempo.
  9. En caso de no haber movimientos posibles en el tablero y de que ninguna carta del mazo sirva, se habrá perdido la partida. Solo se ganará cuando todas las cartas hayan sido apiladas en las fundaciones siguiendo el orden explicado en el punto cuatro.